Hacíamos partidos en el Club Progreso de Lomas y en la cancha de Temperley, donde en 1944 nos hicimos socios para utilizar el gimnasio y la pileta en el verano.
Cuando podíamos, íbamos a la casa de Cacho a jugar a la ruleta. El siempre la bancaba porque nunca perdía. Otras, íbamos a la confitería de la Estación a jugar a los dados, al billar y tomar un café; también íbamos al cine.
Con la barra conocimos a varias chicas del barrio con las que frecuentábamos la pileta, el cine o algún bailecito por cumpleaños, que llamábamos "asaltos".
La amistad con Cacho se fué acrecentando. Siempre estábamos juntos, cuando podíamos.
En el año 1945, amos nos recibimos de Bachiller, y en esta fecha, de común acuerdo decidimos ingresar al Colegio Militar de la Nación. El consigue el programa de ingreso y en 1946 comenzamos juntos la preparación física e intelectual.
La tarea física la hacíamos en su casa, que tenía más espacios libres y amplios (carrera, soga, salto, etc.) y la tarea intelectual en mi casa.
Todo fué perfecto y armonioso como debía ser entre amigos de verdad.
lunes, 28 de abril de 2008
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